miércoles, 17 de septiembre de 2008

Miel contaminada con pesticidas

Por Carina V. Gómez
Se detectaron altos niveles de pesticidas en miel en un trabajo de investigación americano.
Los plaguicidas son productos químicos usados para proteger las plantas de plagas y enfermedades perjudiciales. Su uso requiere una gestión organizada para reducir a límites permitidos, los residuos. En el sector de la apicultura se trata de asegurar que la miel que producen las abejas expuestas a estas sustancias esté "limpia". Pero un estudio realizado en USA denuncia la presencia excesiva de pesticidas en colmenas y, en consecuencia, su paso a la miel.

El primer indicador del problema fue detectado por la muerte masiva de abejas en varios países del mundo. Asociando este echo a virus, hongos, pesticidas y a diversos factores relacionados con el cambio climático. Según un estudio, el 97% del polen que comen las abejas tiene de 1 a 17 tipos de pesticidas y acaricidas, y el 100% de la cera contiene fluvinato y coumafos, pesticidas utilizados en las colmenas para combatir los ácaros de "Varroa destructor" Apis mellifera (L.).

Aunque ya se contaba con estándares internacionales para niveles permitidos de pesticidas en alimentos como leche, frutas y verduras, la miel había quedado en un segundo plano. Los controles de plaguicidas en miel no ha sido realizados regularmente, por no haber detectado el riesgo de contaminación. A raíz de este estudio se abre un nuevo desafío para los expertos a desarrollar nuevos métodos de análisis de GC y HPLC.
Si bien el control sanitario de las enfermedades avícolas suele realizarse a través de antibióticos, con el peligro de contaminar las colmenas, la radiación gamma es una técnica profiláctica no destructiva apta para el control de enfermedades. Si las colmenas infectadas no son curadas contra el ácaro, en el término de un año, las abejas mueren. El V. destructor es considerado una de las amenazas mundiales más importantes para las abejas de miel. Con un impacto en todos los países donde ha llegado la plaga, este patógeno ha causado pérdidas de un 30-50% de las colonias, de UK y otros países de CEE. Este se ha convertido en un problema endémico en el que la pérdida de abejas a gran escala afecta la polinización de cosechas comerciales y de plantas silvestres.
Por el uso irracional de plaguicidas, los ácaros se han vuelto resistentes a los pesticidas, lo que ha conducido a los investigadores británicos, en colaboración con el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Medio Rural del país (DEFRA) a desarrollar técnicas de biotecnología (basado en 4 variedades de hongos que afligen otros insectos) para controlar el parásito.
En la Argentina, la mayoría de los productores han aplicado durante los últimos años tratamientos de tipo artesanal que no cuentan con la aprobación por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). Esta situación llevó a un gran desconocimiento sobre las codiciones sanitarias de las colmenas, no existiendo registros oficiales sobre la efectividad que presentan los productos aplicados.

Existen estudios del Laboratorio de Entomología (CRICYT) sobre la eficacia y el uso de los principios activos como: cimiazol, fluvalinato, flumetrina, bromopropilato. Algunos de los resultados obtenidos, demostraron que el fluvalinato y la flumetrina, mostraron buena efectividad, superiores a las registradas para los otros dos productos. Otra conclusión fue la demostración de que el uso indiscriminado del fluvalinato por parte de los apicultores (comercial o artesanal) son los responsables de la reducción en efectividad y en la presencia en la miel.

Con esta breve reseña de lo que actualmente la Argentina está desarrollando en pos de resolver el problema del ácaro, demuestra que nos enfrentamos a una leve amenaza de presencia de plaguicidas en miel, si su uso es indiscriminado.

La Miel, controles específicos

La elaboración y producción de miel cuenta, en el ámbito internacional, con una norma del Codex Alimentarius según la cual se trata de un alimento formado, fundamentalmente, por distintos azúcares, sobre todo fructosa y glucosa. El sabor y aroma responden a unos parámetros concretos que dependen de la planta de la que procede, y el color puede ir de pardo oscuro a casi incoloro.
Los controles a los que suele someterse parten de la vertiente más sensorial (vista, olfato o gusto), microbiológico, que es el que indica la higiene y las buenas prácticas durante la cosecha, secado y acondicionamiento, así como de la posible presencia de contaminantes, entre ellos plaguicidas, antibióticos y sulfamidas. Todo ello sin dejar de lado la mejora de los sistemas de producción y comercialización, y con especial apoyo a la lucha contra la varroosis y a los laboratorios de análisis para la caracterización fisicoquímicas de la miel.
Fuentes consultadas:
Revista de la Sociedad Entomológica Argentina ISSN 0373-5680
Boletín de Seguridad Alimentaria de CONSUMER EROSKI

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